martes, 15 de noviembre de 2011

INCONGRUENCIA ENTRE EL SÍ MISMO Y LA EXPERIENCIA.


Debido a la necesidad de consideración de sí mismo, el individuo percibe su experiencia de forma subjetiva de acuerdo a las condiciones de valía que existen en él:

a) las experiencias que son acordes a las condiciones de valía se perciben y simbolizan correctamente en la consciencia.
b) las experiencias contrarias a las condiciones de valía se perciben selectivamente y se distorsionan como si fueran acordes a las condiciones de valía, o se niegan a la conciencia, ya sea parcial o totalmente.

Las condiciones de valía sirven como filtros selectivos al ocultar las nuevas experiencias, negando el acceso a la conciencia de esas experiencias, porque se supone que quebrantan la forma de la estructura de sí mismo. El resultado de la incongruencia de sí mismo significa que el centro real de la experiencia de uno (el sí mismo real), discrepa con la autoimagen o sí mismo percibido y negado en la conciencia. El individuo es entonces vulnerable a la ansiedad en cada ocasión en que una experiencia fresca amenace con disparar la percepción de la discrepancia.
Estas experiencias amenazantes a la estructura del sí mismo son subcedidas, es decir, el individuo percibe la amenaza pero no la admite con total conciencia.

DESORGANIZACIÓN DE LA PERSONALIDAD

La subcepción de las discrepancias amenazantes entre la estructura de sí mismo y las nuevas experiencias inicia el proceso de desorganización de la personalidad defensiva, es decir, cuando la discrepancia entre la estructura del sí mismo y la experiencia es tan grande que la subcepción deja de funcionar con éxito, el resultado es la desorganización de la personalidad. En estos casos, la percepción de la experiencia ocurre repentinamente y con tanta fuerza que es imposible negarla. Debido a que la percepción está correctamente simbolizada en la conciencia, la forma de la estructura del sí mismo se rompe por la intromisión de la información discrepante.

Algunas veces esto sucede en los individuos cuando la estructura del sí mismo se basa en las evaluaciones de los demás, ya que estos valores no tienen relación genuina con las experiencias propias de la persona, puede percibirse a sí misma como "nada" o como "cero".

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