Debido a la
necesidad de consideración de sí mismo, el individuo percibe su experiencia de
forma subjetiva de acuerdo a las condiciones de valía que existen en él:
a) las
experiencias que son acordes a las condiciones de valía se perciben y
simbolizan correctamente en la consciencia.
b) las
experiencias contrarias a las condiciones de valía se perciben selectivamente y
se distorsionan como si fueran acordes a las condiciones de valía, o se niegan
a la conciencia, ya sea parcial o totalmente.
Las
condiciones de valía sirven como filtros selectivos al ocultar las nuevas
experiencias, negando el acceso a la conciencia de esas experiencias, porque se
supone que quebrantan la forma de la estructura de sí mismo. El resultado de la
incongruencia de sí mismo significa que el centro real de la experiencia de uno
(el sí mismo real), discrepa con la autoimagen o sí mismo percibido y negado en
la conciencia. El individuo es entonces vulnerable a la ansiedad en cada
ocasión en que una experiencia fresca amenace con disparar la percepción de la
discrepancia.
Estas
experiencias amenazantes a la estructura del sí mismo son subcedidas, es decir,
el individuo percibe la amenaza pero no la admite con total conciencia.
DESORGANIZACIÓN
DE LA PERSONALIDAD
La
subcepción de las discrepancias amenazantes entre la estructura de sí mismo y
las nuevas experiencias inicia el proceso de desorganización de la personalidad
defensiva, es decir, cuando la discrepancia entre la estructura del sí mismo y
la experiencia es tan grande que la subcepción deja de funcionar con éxito, el
resultado es la desorganización de la personalidad. En estos casos, la
percepción de la experiencia ocurre repentinamente y con tanta fuerza que es
imposible negarla. Debido a que la percepción está correctamente simbolizada en
la conciencia, la forma de la estructura del sí mismo se rompe por la
intromisión de la información discrepante.
Algunas
veces esto sucede en los individuos cuando la estructura del sí mismo se basa
en las evaluaciones de los demás, ya que estos valores no tienen relación
genuina con las experiencias propias de la persona, puede percibirse a sí misma
como "nada" o como "cero".
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