Toleraba fácilmente los defectos del prójimo y se hacía perdonar los suyos por la frescura y la gracia con que los confesaba. Se refería a sus vicios y se jactaba de ellos con suave cinismo que a algunos hacía gracia y a otros repugnaba. De todos modos, era un compañero agradable y hombre con quien había seguridad de no tener choque alguno por palabra de más o de menos. En todas partes inspiraba alegría su presencia, la alegría serena, apacible que su rostro reflejaba constantemente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario