Leyenda
Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron.
Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado por su crimen.
Abel contestó:
—¿Tu me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
—Ahora sé que en verdad me has perdonado —dijo Caín—, porque olvidar es perdonar. Yo trataré de olvidar. Abel dijo despacio:
—Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.
Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1889 - Ginebra 1985). Obras: El Aleph, El libro de Arena y Ficciones. El texto fue tomado de Elogio de la sombra.

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